En unas cuántas líneas quisiera
presentar, una breve reflexión, a raíz de lo leído, sobre lo que está más allá
de la física. Quizá pueda ser un tanto confuso para quien aún no se atreve a
plantearse preguntas como el sentido último de la existencia humana, la causa
primera de la vida, el orden del universo, el tiempo, el sentido o sinsentido de
la vida del hombre, del fracaso, del sufrimiento, de la dicha o desdicha,
etc. La existencia de realidades que
escapan a la explicación científica indica, con gran certeza, la limitación en
sus argumentos para explicar la totalidad de la realidad. Con cierta ironía, la
ciencia parece tener el monopolio de esta explicación; sin embargo al descubrir
las realidades subjetivas, internas y espirituales, no solo agotan sus métodos
experienciales, sino que ya no puede seguir dando argumentos verdaderos y
convincentes, puesto que aquellas realidades no admiten comprobaciones y
resultados empíricos.
La subjetividad se presenta como
un campo vedado para el conocimiento científico. Los fenómenos mentales
trascienden claramente los fenómenos de la fisiología y de la bioquímica.
Ciertamente, -y lo afirman los expertos-, que las ciencias empíricas pueden
explicar cualquier cuerpo por el orden de sus elementos, pero ellas no pueden
explicar el orden en sí mismo, pues es algo que se dan en lo físico, con lo
físico, sin ser físico. Por lo tanto, cabe admitir alguna disciplina que
explique lo que está más allá de lo meramente físico. La filosofía nos aporta
argumentos convincentes sobre tales realidades, pues ella busca con valentía
respuestas a las preguntas más inquietantes. Dentro de la filosofía, la
metafísica, nos argumenta con certeza las realidades más profundas y complejas.
No obstante, asumiendo la ingenuidad de que la filosofía sea la solución para
salir de la ignorancia, aunque lo seríamos también si no atendiésemos a su voz.
La filosofía no elabora una
concepción exacta del mundo, pero consigue que no olvidemos jamás el problema
del sentido último de la realidad. Así podríamos preguntarnos cuál es el fin
último de la economía, o de una ganancia. La dimensión práctica de la filosofía
es la configuración de la conducta humana, de las personas singulares y del
colectivo social. De modo que el saber filosófico nos interpela a mirar más
allá de lo puramente racional. La ciencia, como dicen los filósofos, nació para
explicar racionalmente el mundo, pero cuya explicación descubrió la existencia
de otros mundos. Así surgió la filosofía, para explicar más allá de lo que
vemos, aquellas realidades que escapan a nuestros sentidos.
Son, tal vez, muchas realidades
que trascienden a nuestros sentidos, de una en concreto quiero hacer mención,
Dios. La filosofía llega a Dios en la medida en que pregunta por el fundamento
último de lo real. Kant afirma que Dios es el ser más difícil de conocer, pero
también el más inevitable. Efectivamente, Dios es el ser del que el hombre no
puede prescindir, aún cuando, en su saber racional, se declare no creyente en
él. Dios es el ser que siempre ha existido, puesto que de la nada, nada se
origina. Y es más, entre los seres que conocemos, no existe un ser que se haya
dado el ser a sí mismo. Por tanto, es evidente que siempre ha existido algo. Y,
si el cosmos no se ha dado a sí mismo la existencia, no cabe duda de la existencia
de un ser existente por derecho propio, motor primero, y generador de todo lo
existente. Dios, es con toda verdad, origen de todo lo existente. Como lo
afirma san Agustín, Dios es el origen de todas las hermosuras mudables que
nuestros ojos y nuestro espíritu contemplan. Dios, y ningún otro ser, es la
hermosura sin mudanza.
¿Cabe aún más en tu pensamiento
como para no creer en Dios? ¿Dudas aún que aquel SER te haya dado la vida? ¿O,
es que te aferras aún a la creencia de la vida fuera de Dios? Las condiciones
que puedan darse en el universo para que pueda existir vida en una determinada
galaxia, no son las causas de la vida. Las condiciones no causan, simplemente
posibilitan la acción de las causas. De modo que, -a propósito de la vida
extraterrestre-, cualquier explicación de la realidad reducida a elementos
puramente materiales y condiciones, queda falseada. Así pues, Dios, el ÚNICO
SER, es la causa primera, generador de vida y de todo cuanto existe.
Hoy abundan personas, -pobres
criaturas-, que se declaran agnósticas, ateas, racionalistas…, etc. que dicen
comprender el mundo, la realidad sin el SER necesario, pero no sen dan cuenta
que el perfecto saber es el que te hace trascender y que te exige vivir en
perfecta armonía contigo mismo, con los demás, con Dios y con el mundo.
Aquellos están lejos del amor a la sabiduría. Por eso, y con mucha convicción, les
invito a conocer con realismo la verdadera sabiduría, aquella que al mismo
tiempo es la verdad en sí misma y la vida en sí misma. Si alcanzas esta
sabiduría serás más docto que todos los que se proclaman a sí mismos sabios, “o
sabihondos”. Mira pues, y ve más allá de lo que tus ojos puedan ver.
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