La mañana está hermosa. Una brisa tenue y frezca corre tras el giro de la tierra. El canto de los pajarillos suman la sintonía de este día. Yo, criatura tuya solo contemplo, con mis sentidos, que también me diste Tú, la belleza de esta creación. Y, en esta hora justa, estoy comenzando a orar tu creación Señor. La naturaleza proclama a su creador. Seguramente, Tú, eterna belleza, te unes ahora a mi alabanza. El cielo y la tierra han sido creados por Ti. Y, nosotros también hemos sido hechos por Ti. No existimos antes de existir como para poder crearnos a nosotros mismos. Tú nos creaste y por eso mi corazón te alaba. No cabe duda en mi corazón de que fuieste Tú, Señor, quien nos formó, y todo cuanto has hecho lo hiciste por nosotros. Tú creación es hermosa, pero son hermosas porque proceden de ti, que eres hermoso; también son buenos, porque eres suma bondad. Gracias Dios, mi Creador.
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Tus obras son ma-gníficas y las amo con el amor que me diste, como don tuyo. Eres Tú y has hecho maravillas. Por eso, debo gozar-me con tus criaturas y que ellas me lleven hasta Ti, mi Crea-dor. Si la hermosura de tu rostro lo contemplo ya hermoso en tus criaturas. ¿Cómo sería aquel brillo de tu rostro? Ahora solo abro las ventanas de mi corazón para que tu claridad entre e ilumine lo más profundo de mi ser. Todo conocimieto procede de ti. Que nadie se gloríe, pues, de su inteligencia porque no le pertenece a él, sino a quien es la sabiduría; y tú, Dios mío eres esta sabiduría. Si algo sé de las cosas, es porque tú me has iluminado con tu luz, dándome además la inteligencia...
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Hoy abro mi corazón y mi mente a Aquel que de lejos conoce y penetra mis pensamientos. Todo lo que soy y todo cuanto tengo, es por Aquel que me ha creado libre para amar, porque antes, Él me amó primero. El amor nos levanta hacia allá y tu Espíritu bueno nos aleja de la muerte (Sal 9, 14).
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¿Dónde sino en mi mente y en mi corazón estás Fuerza mía? Si el bien me viene de Ti, entonces eres Suma Bondad, y yo solo intento ser bueno porque Tú lo eres antes que yo... Y, si me has creado para alabarte sola-mente a Ti... ahora enton-ces, pon tus palabras en mi boca para bendecir tu nombre grande y excelso...
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¡Oh, mi Cristo! Estás clavado en la Cruz. Mis ojos contem-plan tu entrañable amor hacia los hombres. ¿Qué hicimos para merecer tanto amor? ¿A caso ahora me estás diciendo que el amor entrañable y puro se debe demostrar de tal forma? En verdad, si así consiste el amor, haz entonces, Señor, que busque amar como Tú me amas a mí... Y, que amándote, te invoque y te invoque creyéndote, a Ti, el primero... Tu amor es mi peso, este me hace feliz, y por esta felicidad que me da tu amor, corra sin cansarme hasta beber en la fuente del amor puro, que solo de Ti procede...
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