En el hermoso vale de Azpitcia |
Apenas el sol comenzaba a briblar por entre la nube gris del cielo limenio. Era aproximadamente las 8: 30 de la mañana. La brisa del mar llegaba friolenta a nuestros rostros. En nuestra cabeza dejaba una húmeda huella con aroma a mar. El tráfico en la avenida estaba disminuyendo. Mientras nos montábamos en la coáster pasaron por delante de nosotros un grupo de personas, todos llevaban puesto su chaqueta larga, sin duda, ya habíamos comenzado el invierno, aunque este aún no llegaba... todo está cambiando, ocurren cosas extrañas en el planeta.. Con nuestro ligero ajuar y montados ya en nuestra coáster partimos a Azpitcia. Después de 170 KM, llegamos a este paraíso escondido entre las colinas. Un hermoso río, de aguas cristalinas riega sus paisajes perfumados...al punto que en sus orillas hace brotar la hierba verde para el ganado. El clima primaveral al 90 por ciento: ¡todos muy agusto nos sentimos...! Las horas del día se nos hicieron tan cortas entre el juego, la comida y la pequeña siesta sobre gras del campo. ¡Quién sino el que canta las bellezas del Creador puede admirar la hermosura de sus obras...! Ver aquel
vuelo del águila sobre el aire soleado de las alturas tan atento planeando su comida me persuadía a mis adentros a encontrar la respuesta de fortaleza que debía buscar en los dones que Dios me ha concedido...¿no es maravilloso todo esto? Las fatigas en este ambiente desaparecen... Las prisas y las carreras de un ambiente rutinario se desvanecen cual suspiro pasajero...
Todo tan hermoso cuando se ama la belleza de lo alto...soñar, amar, servir es lo que llena mi vida...y aunque parezca todo tan quieto, produce en mí las huellas de una eterna melodía de vivir y abrir caminos de felicidad.
Soy feliz....¡También tú puedes ser feliz!
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